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Historia

Capítulo 4 La Ministra Que Perdió Su Vestido

Palabras:3107    |    Actualizado en: 22/05/2022

ÍTU

en este caso debería ser bienvenida, no obstante, la guerra en lugar de traer mal humor parece deliciosa. No hace falta esperar para dar la sorpresa de que Turquía es sinónimo de violencia ¡la policía da la razón con pro

hacerle rumiar. No obstante, nada fuera de lo ordinario sucedió hasta que los empleados regresaron al edificio y al mirar a los terroristas en uniforme los invadieron temblores en las piernas. Trataron de disimularlos, pero en la entrada el Mayor desenfundó su arma y los trabajadores ingresaron a sus oficinas llenos de miedo. Este no solo se vio derivado del sustillo sino de la experiencia de ver cant

e de diligencias sencillas. Lo saludó apenas lo vio

n humor, pero con mirada seria — Tus desobediencias siempre son por bondad y por lo general t

poco avergonzado y soltando unos libros en la mesa. Qui

familia! ¡Vete! — Kerem sin ofrecer respuesta se despidió de la se

ar una batalla perdida, en segundos bajó por las gradas miró a un par de soldados que no se fijaron en él porque estaban a

por la belleza de su figura se levantó, tomó su traje guardado en el forro y se fue a su reunión pendiente. No tenía de qué preocuparse, el centro de la ciudad lo recorrían camiones de las Fuerzas Armadas, además

a seda, con ella se habría tejido muchas satisfacciones en otras condiciones, después de llevarla de paseo y conseguir su propósito por la fuerza iría a arrojarla a un lago. Por suerte, el personal estaba lejos de ser objetivo de potenciales masacres. Los empleados no morirían en un enfrentamiento entre

oportaba porque lo principal era el trabajo; mantener la guardia desde su sitio asignado le robaba horas. Por ello, la reunión “especial” no se extendería demasiado ni sería animada, bastante agotadora de seguro. Prefería por sobre el cielo a Kerem, la razón principal, la cercanía, aunque sab

su voz de aquellos que vienen cuando se gira la cabeza para evadir y que llaman con insistencia a estar en distinto sitio. Comportamiento que, es inaceptable en una dama. Claro, en sí, no tiene nada de malo que una mujer rememore con regularidad, pero con la ministra era distinto, el error la había atrapado en una ocasión en que esforzándose por definir a Eser como persona sociable y deseando mejorar su relación habí

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endario y al sistema numérico occidental. Y en 1929 se adoptó la grafía latina. ¡Una gran sorpresa para los ciudadanos entre los 6 y los 40 años que debieron reingresar a la escuela a aprender el alfabeto! Un año más tarde, se aprobó el código civil basado en el suizo, abalando con él, los derechos civiles de las mujeres. Se adoptó el Código

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a que colocan los turcos sobre los asientos que de por sí ya son confortables. La mesa era muy baja, ese imprudente motivo le impidió elevar sus bronceadas piernas para cruzarlas. Hubier

adie le simpatiza mirar a alguien buscando papeles. La ministra estaba acostumbrada a disfrutar del restaurante mezclado con el compromiso desde que había pasado por la universidad, aun con eso no deja de ser curioso que en un

llevó a la boca para entretener su lengua, después volvió sus manos para continuar la búsqueda de sus registros. Le sirvieron a la señorita F. un postre con idéntica variedad, agradeció con una venia silenciosa y extendió su mano para acercar a su boca una electricidad ¡buen gusto! las diminutas punzadas en la lengua no esp

geración en un lugar tan refinado, no por la estructura lujosa, sino por la experiencia y la sensatez. Había que cuidar esos modales y no entregar importancia a aquel insecto que rebuscaba ni a la mosca que había entrado por una

ién sabe por qué se encuentra tan cerca de mí! — Bueno, en apoyo de esta postura existe la posibilidad de que Dios

ría ser positivo y su optimismo lo convencía. Era un intelectual y como es sabido solo los intelectuales tienen la perseverancia para mantener ideas y teorías equivocadas con buenos argumen

pies y extendiendo emocionado los pa

r demasiada atención a los sellos y Eser se apresuró a apuntar con su bolígrafo en un lugar determinado al momento que expresaba. — ¡Eh aquí el res

eció un momento en an

mas serán indispensables para nosotros! ¡El resto lo verificaremos en la reunión, espero que hasta

e! ¡me ha dicho que conserva buenas relaciones con ellos

s firmas sino atraemos a la mayoría! — Eser asintió moviendo

a los resultados ni a nada de lo que decía porque una duda de virgen incierta y un sabor a mala suerte la habían invadido. Eser mantenía su distancia y su tr

speranza! — sentenció la ministra Asuman en

garganta, sino en la deformidad de su cansancio y la ausencia de su anular extraviado desde niño. Si había algo mucho peor que la vista que ofrecía su mano, era su presencia completa. Su asesor no le debía favores y tampoco deseaba que, si en algún instante apetecía realizarlos comenzara con ella. ¡Qué cumplie

trabajar, además su currículum era pulcro. La funcionaria trataba de recordarlo para alejar parte de ese aborrecimiento agravante posado como una viruela en alguna debilidad de su ser. De esa forma, entendía que era un gran hom

al vaso que contenía las gotas frescas de las fuentes. El asesor lo levantaba por segunda oportunidad y comprendió que simplemente se recuperaba del cans

continúan señorita! — expresó y golpeó con la pa

on los documentos! ¡Sí tienes información extra me

uó su confianza en los ecos distantes que le dieron la impresión de asce

reamos en Dios! — expuso y se marchó con

con los resultados. Su asesor era un hombre disciplinado encadenado a la responsabilidad que sabía escarbar y solucionar cualquier problema. Si en el desarrollo de su

la confianza máxima y junto con el reconocimiento de sus capacidades recibía toda la autoridad y permiso que necesitara. Sus colegas cuando se enteraran se asombrarían, la congratularían honestamente bajo su ironía moral y ética. Y así, también cubrirían su envidia volvién

as sombras contra las ventanas. La libertad los esparció por salidas indefinidas a espacios reservados. Era lo adecuado para ser una desde

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