Candice fue golpeada hasta que la sangre brotó de la comisura de su boca.
Rachel se acercó a ella, la agarró por su largo cabello y la sacó de la cama.
Las piernas de Candice desfallecieron y cayó al suelo.
Su ropa estaba hecha jirones, mientras Rachel continuaba pateándola salvajemente.
Incapaz de esquivar sus violentos ataques, Candice recibió un golpe justo en el abdomen; ella se quedó sin aire y solo pudo apretar los dientes para soportar el dolor. A fin de cuentas, no podía defenderse ya que Rachel era su mayor. Después de su boda el día anterior, ella se había convertido en su nuera. Así que no podía resistirse ni mucho menos golpearla.
En ese preciso momento, un hombre entró con pasos fuertes.
Era Greyson, su esposo.
Las miró a las dos con indiferencia y ni siquiera intentó detener a Rachel en lo absoluto. En cambio, miró a Candice con los ojos llenos de una ira reprimida. Él no mostró signos de misericordia, ni mucho menos de afecto.
Entretanto, Candice hizo todo lo posible por acurrucarse. Cubrió su cuerpo debajo de la ropa rota con una sábana, mientras lo miraba con indignación.
Había más personas en la habitación y ella tenía una dignidad que proteger. Por otro lado, a Greyson no parecía importarle su orgullo ni dignidad.
Por su parte, Rachel, aún enojada, quería seguir abofeteándola. Pero, inesperadamente, Candice levantó su mano y apretó con fuerza la muñeca de su suegra.
Fulminó con la mirada a la mujer mayor y soltó:
"Basta. Si continúa, voy a defenderme. Por respeto, he evitado hacerlo".
La muñeca de Rachel estaba empezando a dolerle. Ignoraba que Candice pudiera ser tan fuerte e incluso sintió un poco de miedo.
"¡Perra descarada, suelta mi brazo! ¡Eres una maldita puta! ¿Cómo diablos te atreves a desafiarme después de hacer algo tan desvergonzado? ¿Con quién diablos te estabas revolcando? ¿Cómo te atreves a engañar a Greyson en su primer día de casados?", gritó ella, histéricamente.
Candice se puso de pie y se enderezó. Levantó la barbilla con altivez y estaba a punto de soltar la mano de Rachel cuando su esposo se acercó inesperadamente y la pateó en la rodilla.
Su pierna tambaleó y cayó pesadamente al suelo, sintiéndose herida y humillada. Su frente golpeó la esquina de una mesa y sintió que algo caliente corría por su rostro.
Era sangre.
Solo entonces Candice sintió un dolor punzante. Sin embargo, por más doloroso que eso fuera, no se comparaba con la angustia que estaba sintiendo en su corazón.
Por supuesto, Greyson se puso del lado de Rachel. No le importaba si esta última estaba intimidando a su propia esposa. ¡Tampoco dejó que Candice se defendiera de tal abuso!
Ella levantó la cabeza y lo miró con los ojos llenos de tristeza. Quería explicarle, pero sus palabras se quedaban atascadas en su garganta, ante la frialdad de su mirada.
Candice se limpió la sangre de la comisura de su boca y finalmente preguntó:
"Dime, ¿por qué no viniste a nuestra habitación anoche?".
Nada habría pasado si él hubiera ido al dormitorio tal como debía.
"Tuve algo con que lidiar en ese momento, así que salí", respondió Greyson con impaciencia.
"¿Saliste? ¿Fuiste por ella?".
Quizás fue a encontrarse en su noche de bodas con Madilyn Reilly, su amada mujer.
De repente, Rachel aprovechó esa oportunidad para escupir en la cara de Candice.
Ella tenía la guardia baja y no tuvo tiempo de esquivar. La saliva que aterrizó en su mejilla la asqueó. Levantó la cabeza bruscamente y miró a su suegra con los ojos relampagueantes de ira.
Rachel estaba muy furiosa y la regañó:
"Después de mucho tiempo, Madilyn regresó ayer. ¿Por qué Greyson no puede verla? ¿Por qué eres tan celosa y egoísta? Candice, ¡tú eres la única culpable! ¡Eres una puta barata!".
"¿Cómo te atreves a cuestionarme?", replicó Greyson y su expresión se volvió más gélida.
Seguidamente, él se burló y continuó:
"¡Me engañaste en nuestra noche de bodas! ¿No deberías sentirte avergonzada? ¡Sin tu virginidad ahora eres una basura!".
Candice palideció.
Su virginidad...
Eso era lo único que a Greyson le había encantado de ella.
Sin embargo ahora...
Ella había perdido su virginidad y ya no tenía nada que pudiera atraer su interés.
Greyson la miró de soslayo y le espetó con desdén:
"Eres una mujer repugnante".