Después de salir del juzgado, Candice anduvo por las calles, aturdida.
Mientras caminaba, el cielo se oscurecía cada vez más.
En ese momento, no tenía un rumbo fijo ni tampoco un lugar al cual llamar hogar.
Se sintió vacía y perdida.
Vagaba sin ningún destino, cuando se encontró con la persona que menos esperaba ver. Alguien a quien ella detestaba hasta la médula:
Madilyn Reilly. La mujer a la que su marido amaba con todo su corazón. Para colmo, era sobrina de Rachel.
Greyson apenas tenía diez años cuando Rachel se casó con la familia Harman. Entonces, ella a menudo llevaba a su sobrina a la mansión de los Harman para pasar unas cortas vacaciones. Desde entonces, Madilyn y Greyson prácticamente habían crecido juntos.
En el pasado, Rachel solía ser la amante del padre de Greyson y a Hutton nunca le agradó esa mujer. Por eso, la única forma de que ella tuviera un control firme sobre el poder de la familia Harman era logrando que Greyson se casara con su sobrina.
En ese momento, Madilyn llevaba un impecable vestido blanco y su rostro estaba ligeramente maquillado, reflejando una belleza natural.
Seguramente había ido allí a propósito para burlarse de Candice.
"Oye, ¿no eras tú la señora Harman? ¿Cómo fue que te divorciaste después de solo un día de matrimonio?".
Por su parte, Candice no estaba interesada en discutir con ella e intentó ignorar su provocación. Sin embargo, Madilyn insistió en humillarla en público.
"Engañaste a tu esposo en la misma noche de bodas. Nada mal, Candice. Yo siempre pensé que realmente amabas a Greyson con todo tu corazón. Si no, entonces ¿por qué tuviste que robármelo? ¿Crees que él te ama? ¿Alguna vez te dio un regalo? ¿Te acompañó a ver las estrellas junto al mar? ¿Te llevó a apreciar las primeras nevadas? Incluso creo que hasta tuviste que comprarte tu propio anillo de bodas. ¿Sabes algo? El mismo día de tu boda él estuvo toda la noche conmigo".
En realidad, Candice no era fácil de intimidar. Aparte de Greyson, no dejaría que nadie más la humillara.
Él era su única excepción.
Candice se burló entre dientes y soltó:
"¿Crees que la familia Harman te aceptaría solo porque tienes el apoyo de Rachel? No olvides que ella es solo la madrastra de Greyson. Incluso solía ser la amante de su padre. Dime, ¿acaso estás tratando de seguir sus pasos? Dijiste que anoche estuviste con mi esposo, ¿no es cierto? ¿Estás desesperada por presumir que eres su amante? Si quieres, no me importaría ayudarte a ventilar que eres una zorra inmoral".
"¡Maldita seas!", murmuró Madilyn entre dientes.
Estaba tan molesta que su rostro se retorció en una fea mueca.
"¡Mantente alejada de mí! Y no vuelvas a gritarme. No eres más que una perra escandalosa. ¿Acaso no escuchaste bien? Mi divorcio no será público hasta el próximo año. ¿Estás segura de que después de un año él todavía te deseará? Tarde o temprano, descubriré quién me tendió una trampa anoche. Y no dejaré que esa persona se salga con la suya tan fácilmente".
La expresión de Madilyn se transformó de repente.
Candice la miró fijamente y luego la apartó.
"¿Qué hago hablando con una perra? ¡Quítate de mi camino!", se burló.
Madilyn enmudeció. Sin embargo, de pronto le sonrió con malicia.
Candice tuvo un mal presentimiento en su corazón. Definitivamente, esa mujer tenía un motivo oculto cuando se interpuso en su camino.
Al final, estaba en lo cierto.
De pronto se escucharon unos pasos rápidos y pesados desde el callejón y varios pandilleros las rodearon rápidamente.
Antes de que Candice pudiera reaccionar, ya le habían cubierto la cabeza con un saco negro. Estaba demasiado débil y agotada como para resistirse a sus secuestradores.
Los delincuentes le ataron las manos a la fuerza.
Como todo estaba completamente oscuro, ella se sentía muy asustada y cada vez más nerviosa.
Madilyn se pavoneó hacia ella y espetó:
"Eres realmente idiota, Candice. ¿Pensaste que él estaba dispuesto a casarse contigo? A quien ama es a mí, mientras que tú eras solo un instrumento para él. Ahora que le diste la fórmula, no le sirves para nada. Ya ni siquiera eres útil en este mundo".
Seguidamente, Madilyn se inclinó más cerca de ella y maldijo con crueldad:
"¡Candice, vete al infierno!".