"De hecho, he pensado en darte todo el distrito comercial alrededor de Finca Willard.
Ve a la Finca y pídele a tu hermana que organice todos los trámites para la entrega".
Lo que dijo su padre había sido demasiado para Trevor, finalmente comprendía que su familia era realmente rica.
Sin embargo, no sabía hasta dónde llegaba aquella riqueza. Para su sorpresa, era mucho más millonario de lo que jamás habría imaginado.
Aquella zona comercial alrededor de Finca Willard era el lugar más animado de Jork, allí se habían construido muchos hoteles y clubes de lujo.
No era exagerado que una pulgada de tierra allí fuera valorada como si fuera oro, y su padre le acababa de decir que esas propiedades pertenecían a su familia.
Trevor se mordió la punta de la lengua para tratar de calmarse, pero de pronto recordó algo.
"Espera, papá, ¿no estaba mi hermana trabajando en otra ciudad?".
"¡Ja, ja! Chico tonto, ¿cómo crees que podemos dejarte tener una vida modesta en Jork?
¿Recuerdas a la mujer más rica de Jork, la propietaria de Sanderson Profumeria, esa que está valuada en unos quinientos mil millones de dólares?
Solías bromear con que ella era tu hermana, pues bueno, siempre tuviste razón.
Esa mujer sí es tu hermana, ha estado en Jork todo este tiempo vigilándote", respondió el hombre con jocosidad al otro lado de la línea.
Pero de pronto se puso serio.
"Trevor, debes recordar que te criamos en la pobreza no solamente porque queríamos que experimentaras las dificultades de la vida, sino también para que conservaras tus virtudes y valores.
Pero bueno, ya hablé demasiado, ven a la casa. Tu hermana te está esperando".
"Está bien, papá".
Trevor colgó la llamada tan pronto como terminó de hablar.
Estaba contento de que su padre fuera estricto con él sin importar si era rico o pobre.
Una vez que se calmó, tomó un taxi hasta Finca Willard.
El chico estaba ciertamente curioso acerca de su lugar de destino. Después de todo, esta era la primera vez que vería el lugar más popular en Jork.
Había una elegante fuente de agua cristalina que fluía constantemente detrás de la alta y blanca puerta arqueada. Además, los frondosos árboles se movían con gracia con el viento.
Las casas decoradas con ladrillos rojos y tejas verdes estaban repartidas entre los árboles, haciendo que el lugar se viera muy prestigioso. Fuera de la mansión había un lujoso salón de recepción. Solo se podía ingresar a la mansión cruzando el pasillo.
Trevor estaba tan fascinado por aquel paisaje, que entró en la mansión sin siquiera pensar demasiado.
"Señor, por favor deténgase, esto es de propiedad privada".
La recepcionista de la entrada, quien llevaba medias negras, falda corta y tacones altos, además de un diminuto uniforme, impidió que Trevor diera un paso más. Lo miró con desdén y ni siquiera se molestó en preguntar qué hacía allí.
Las personas a las que se les permitía ingresar a Finca Willard solían ser peces gordos. Sus ropas nunca se veían maltratadas o percudidas, lo cual la llevaba a pensar que Trevor no pertenecía a ese lugar, pues sus vestimentas no debían valer más de cien dólares en total.
La recepcionista pensó que quizás quería ir allí para tomarse fotos y publicarlas en sus redes sociales por pura vanidad.
"Yo... Vengo con Evie Sanderson", dijo Trevor torpemente.
"Lo siento, señor, pero primero debe reservar una cita antes de ingresar a la finca".
La recepcionista respondió con frialdad.
En ese momento, un joven se bajó de un lujoso auto convertible no muy lejos de ahí y caminó hacia ellos con un ramo de flores en las manos.
Luego, miró a Trevor y dijo burlonamente: "¿Qué hace este mendigo aquí? ¡Échenlo!".
Tan pronto como la recepcionista vio al hombre, sus ojos se iluminaron y su actitud cambió por completo.
"Señor Cairon, qué gusto verlo de nuevo. No se preocupe, llamaré a seguridad para que se encarguen de eso".
Su actitud hacia el hombre era cálida y amistosa, casi como si quisiera arrojársele a sus brazos.
"Muy bien".
Ese hombre, llamado Henson Cairon, se rio de forma petulante y de pronto toqueteó uno de los pechos de la recepcionista, haciéndola gemir discretamente.
Luego, levantó las cejas hacia Trevor con una gran arrogancia, como si estuviera haciendo alarde de su poder.
Entonces se volvió hacia la recepcionista y preguntó: "¿Está Evie en la mansión? La verdad, vine a declarármele".