"Lo siento mucho, señor Sanderson, no debí haberle menospreciado", le dijo la recepcionista mientras se mordía el labio.
"No lo reconocí, realmente lo siento".
Levantó la mano para darse una bofetada, enseguida el sonido resonó por todo el lugar, y entonces comenzó a hacerlo repetidamente.
Trevor abrió los ojos sorprendido. No podía entender lo que estaba pasando.
Un rastro de sangre se deslizó por la comisura de la boca de la recepcionista y su rostro comenzó a hincharse, pero aun así no paraba.
Trevor no tenía la intención de que ella se lastimara, así que exclamó: "¡Hey, detente! Solo no vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo?".