"¿Ser pobre de verdad me hace invisible? Esta gente actúa como si yo no estuviera aquí", Trevor murmuró.
Al final, él decidió no preocuparse por lo que pensaran los demás y se dirigió directamente a Evie.
Levantó la barbilla y le dijo: "Hermana, papá me pidió que viniera a firmar el contrato".
En cuanto él terminó de hablar, la sala se quedó en silencio.
Todos se volvieron hacia él y lo miraron con los ojos muy abiertos.
"¿Qué le ocurre a este chico? ¿Acaso está loco? ¿Cómo pudo acercarse a Evie y decir que era su hermano?".
"Sí, tienes razón. Ni siquiera tiene la apariencia de serlo. Su ropa puede valorarse en menos de cien dólares. ¿Cómo podría alguien como él estar emparentado con la señorita Sanderson?".
Todos hablaban de Trevor como si él no estuviera allí.
Lo miraban con incredulidad e incluso con desprecio.
De repente se dieron cuenta de que Trevor era el único extraño en el lugar.
Todos contuvieron la respiración y pararon los oídos.
Estaban esperando a que Evie respondiera.
"¿Por qué no me avisaste cuando llegaste, Trevor?".
La frialdad del rostro de Evie se convirtió en una suave sonrisa.
Todos los presentes soltaron un jadeo de sorpresa. No era normal ver a la chica con una expresión tan encantadora y tranquila en su rostro.
"¿Cómo... puede ser posible?". Henson estaba confundido.
Sin mirar a Henson, Trevor le dijo a ella: "Hermana, ¿este es quien te pretende? No lo veo como un buen candidato. Quería golpearme hace un momento".
"Señor Sanderson, yo...". Al oír esto, Henson se apresuró a tratar de explicarse.
Pero Evie espetó: "¡Es suficiente! Henson, no soy una persona irracional. Si quieres que renovemos el contrato, primero tienes que hacerme feliz".
"Dígame lo que quiere que haga, señorita Sanderson, y lo haré", respondió Henson inmediatamente y respiró profundamente.
La mirada amable de esta se desvaneció lentamente y una sonrisa cómplice curvó sus labios.
Parecía una reina que estaba a punto de aplastar a uno de sus enemigos.
Entonces señaló el coche aparcado no muy lejos y dijo en voz baja: "Tu auto está aparcado en la puerta. Me bloqueó el camino para encontrar a mi hermano".
Henson apretó los labios.
Después de dudar durante mucho tiempo, dijo: "Ya que le ha incomodado, ¡lo destrozaré!".
Luego se dirigió a su coche, tomó un gran palo por el camino
y rompió el parabrisas.
Tras el primer golpe, Henson echó una mirada a Evie y se dio cuenta de que no tenía intención de detenerlo.
Así que volvió a romper el parabrisas.
Quince minutos de golpes ininterrumpidos más tarde, el auto de lujo, de formas elegantes y a la moda estaba completamente destrozado.
Jadeando y sudando por todas partes, Henson volvió a la sala de recepción y le dijo a Evie: "¿Está satisfecha, señorita Sanderson?".
"No, me temo que no. Casi le das una patada a mi hermano hace un momento".
El rostro de la chica no cambió, pero su tono se volvió aún más frío.
"Yo... Ya veo".
Henson tragó saliva, se puso pálido y cerró los ojos.
Respiró profundamente.
Entonces, levantó el palo que sostenía y se golpeó la pierna.
Intentó reprimir sus gritos, pero fracasó estrepitosamente.
Todos los presentes se quedaron atónitos y en completo silencio.
Algunos jadearon y se llevaron las manos al pecho. No esperaban que él hiciera eso.
"¿Qué le parece ahora?", preguntó Henson con voz temblorosa por el dolor.
Evie no respondió, se limitó a mirar a Trevor y le preguntó: "¿Es suficiente para ti, Trevor?".
Él giró la cabeza hacia ella.
No esperaba que se dirigiera a él.
Evie solía estar tranquila en casa, pero podía ser muy dominante frente a sus empleados y extraños.
Sin pensarlo demasiado, él le respondió rápidamente: "Sí, es suficiente".
Al oír esto, ella sonrió.
Sacó su chequera y empezó a escribir.
"Aquí hay un cheque de dos millones de dólares. Cómprate un auto nuevo, señor Cairon".
Después de decir eso, la chica se dio la vuelta y le dijo a un guardia de seguridad: "Tú, consigue que alguien lleve al señor Cairon a su casa. En cuanto a la cooperación, señor Cairon, puedes hablar con mi hermano cuando tu pierna se recupere".