"Está bien, señorita Taylor, lo haré", dijo Trevor, poniéndose de pie para ir a buscar la pelota.
Sintiéndose aburrido, así que para él no estaría mal ganarse esos quinientos dólares. Además, Bessie no solo era hermosa, sino que también era muy amable con él. Le daba ganas de servirle.
Entonces, Trevor no lo rechazó.
A su vez, Bernard y Grant intercambiaban miradas, resoplando. Para ellos, Trevor era más obediente que un perro. Les había hecho caso sin pensarlo dos veces.
Pasada media hora ya todos estaban un poco cansados, menos Bessie, que como entrenadora del equipo de baloncesto, todavía tenía energía para seguir jugando.
Entonces, en vista de que Corrie, Bernard y Grant se habían ido a descansar en las gradas, Trevor pensó que finalmente era su turno de jugar.
No obstante, Bernard lo paró en seco.
"¡Oye! No tan rápido, muchacho. ¡Les toca a mis amigos!".
"¡Gracias, Bernard!".
Con una mirada de suficiencia, un secuaz de Bernard saltó a la cancha con una raqueta profesional. Era como si le estuviera echando en cara a Trevor, quien parecía estar por debajo de un tonto que era un simple seguidor de Bernard.
El chico se regodeaba porque su raqueta de tenis era de las más costosas.
Allí, con una sonrisa astuta, Bernard se acercó y le susurró a su amigo: "Dale una lección a este idiota".
Cuando Trevor se dio cuenta de que esos dos parecían estar conspirando contra él, se puso más alerta de lo que ya estaba.
En ese momento, el secuaz de Bernard caminó hacia el otro lado de la cancha, e inmediatamente hizo su primer saque.
La pelota salió recta como una bala, al tiempo que los ojos de Bessie se abrían con sorpresa al notar que no iba hacia ella, ¡sino directo hacia Trevor!
"¡Trevor, cuidado!", gritó ella.
Al escucharla, este último se hizo a un lado y la pelota pasó zumbando junto a su oído.
De pronto, para el asombro del grupo, la voz de un hombre retumbó en el lugar.
"¡Hijo de puta! ¿Quién diablos tiró esta pelota para acá?".
Las cosas habían sucedido tan rápido que todos quedaron atónitos.
Bernard había planeado que su lamebotas golpeara a Trevor, y ninguno de los dos esperaba que él reaccionara tan rápido.
En consecuencia, cuando esquivó la pelota, esta golpeó a la persona que estaba detrás de él, que resultó ser un tipo gigante y musculoso.
Si bien había usado su mano derecha para bloquear el impacto, la correa de su reloj se rompió a raíz de ello, haciendo que el accesorio cayera al suelo y se hiciera añicos.
Para colmo, dos de los diamantes que tenía incrustados el reloj se
perdieron.
Viendo el desarrollo de los acontecimientos, Grant se puso blanco como una sábana.
"Señor Ellis... ¡Es usted...!".
Furioso, Maison Ellis recogió su reloj del suelo, rugiendo: "¿Quién carajo rompió mi maldito reloj? ¿Tienen idea de cuánto cuesta este Rolex? ¡Está valorado en dos millones de dólares!".
"Señor Ellis, cálmese, por favor. Fue un accidente", dijo Grant con cortesía, sin atreverse a ofender al hombre.
Mientras tanto, Bernard, que estaba detrás de Grant: preguntó en voz baja, "¿Quién es él?".
"Un sujeto muy peligroso... Escuché que está trabajando para Evie, la mujer más rica de Jork", respondió Grant.
Al oír eso, las caras de Bernard y sus amigotes cambiaron dramáticamente.
Con razón Grant estaba siendo tan cortés con Maison.
¡No podían permitirse ser altaneros con él!
Trevor también había estado muy asustado hasta que escuchó lo dicho por Grant.
El sujeto trabaja para su hermana. No tenía que preocuparse.
"Grant, no me interesa si lo hiciste a propósito o no. Tienes que pagar por ello o no te permitiré salir de aquí. Te lo voy a preguntar solo una vez más. ¿Quién me rompió el reloj? ¡Respóndeme!", espetó Maison, mirando a Bernard y a los demás.
De repente, con una sonrisa astuta, su mirada se posó en Bessie y Corrie, mientras una idea maliciosa surgía en su mente.