"Está bien, señorita Taylor, lo haré", dijo Trevor, poniéndose de pie para ir a buscar la pelota.
Sintiéndose aburrido, así que para él no estaría mal ganarse esos quinientos dólares. Además, Bessie no solo era hermosa, sino que también era muy amable con él. Le daba ganas de servirle.
Entonces, Trevor no lo rechazó.
A su vez, Bernard y Grant intercambiaban miradas, resoplando. Para ellos, Trevor era más obediente que un perro. Les había hecho caso sin pensarlo dos veces.