Ximena hizo una mueca burlona.
"Oh, Caroline, no me incrimines. La muerte de tus bebés no tiene nada que ver conmigo".
"¡No te creo!".
"¡Mírate! ¡Eres tan miserable ahora! ¿Quién hubiera pensado que la belleza de la Universidad de Adephia terminaría así? Una vez dijiste que ganarías el campeonato en el Concurso Internacional de Piano, ¿verdad? ¿Cómo puedes competir conmigo ahora? Por cierto, ya me he mudado a la casa de Damian. Él y su madre me tratan muy bien, y pronto celebraremos nuestro compromiso".
Caroline se la quedó mirando y dijo:
"¿En serio? Eso es porque Damian aún no sabe el tipo de persona que eres. Pase lo que pase, descubriré la verdad sobre el accidente automovilístico y la muerte de mis hijos. Y no te preocupes, tampoco dejaré de tocar el piano. No permitiré que te salgas con la tuya, Ximena. Me vengaré".
Los ojos de Ximena brillaron con furia. Mientras observaba a Caroline tirada en el suelo con el rostro pálido, no pudo evitar recordar los días en que ella la había derrotado en la universidad, aunque siempre se había considerado mucho mejor que Caroline.
Ximena adoptó una expresión feroz. Estaba tan furiosa que dio un pisotón a la mano de Caroline con sus tacones altos.
Su rostro palideció más por el dolor.
"Caroline, no existe tal cosa como la verdad. Y no vuelvas a soñar con tocar el piano. Tu destino es que yo te pisotee para toda tu vida".
Mientras Ximena hablaba, Caroline entró en coma. De repente, ingresó una enfermera.
"Esto no es bueno. La paciente está sangrando mucho".
Caroline fue llevada a la sala de emergencias. Se sentía al borde de la muerte. De repente, escuchó vagamente a alguien entrar y hablar con una voz masculina, baja y extraña:
"Tienen que salvarla a toda costa. Si ella muere, todos morirán con ella".
Estaba confundida. ¿Quién era ese sujeto?
Adentro de la enorme oficina del Grupo Mayson, se encontraba Damian, muy guapo con su traje negro. Estaba mirando la lluvia caer con fuerza a través de la ventana, sin ninguna expresión.
Tenía el ceño ligeramente fruncido, sintiendo un leve dolor en su corazón. Por algún motivo, una premonición ominosa surgió en su interior.
Cinco años pasaron rápidamente. Caroline salió del aeropuerto de Adephia con un traje blanco. Su cabello rizado estaba esparcido sobre su nuca. Cada uno de sus movimientos era delicado y elegante. Al quitarse las gafas de sol, dejó al descubierto su fino y deslumbrante rostro.
Los transeúntes no pudieron evitar mirarla unas cuantas veces. Cualquiera que no la conociera pensaría que era una celebridad.
Cuando Caroline observó la bulliciosa ciudad, diferentes emociones brotaron de su corazón.
Por un momento, se perdió en sus pensamientos. Al recuperar el sentido, caminó hacia el baño.
Pero se chocó con una niña pequeña cuando salió.
"¡Ahhh!".
Caroline se sobresaltó al escuchar un grito infantil.
Sin embargo, rápidamente se disculpó.
"Lo siento, no fue mi intención".
La pequeña alzó la cabeza y sus ojos se iluminaron de inmediato.
"¡Guau, eres tan hermosa!", exclamó con sorpresa. "¿Eres famosa?".
Caroline observó el rostro suave de la niña y sonrió.
"No, no soy famosa".
"¿En serio? Pero eres muy hermosa y tienes una voz bonita. Me agradas mucho. Te voy a dar un dulce que traje de Italia".
La niña sacó un trozo de chocolate de su pequeña bolsa y se lo entregó a Caroline.
"¡Adiós!", dijo luego.