Vestida con la fina bata que sacó del armario de su mejor amiga, Valerie caminó hacia Edwin con la cabeza en alto. Había pasado los últimos cinco años siendo obediente y sumisa ante él.
No lo demostró, pero estaba agradecida por la mesa de centro que los separaba.
"¿Así que dejaste mi casa y le dijiste a la gente que abusé de ti?".
Él arqueó una ceja mientras escudriñaba su rostro.
Las mandíbulas de Valerie se tensaron, pero aun así actuó tan serena como pudo, sirviéndole incluso una copa de vino con una ligera sonrisa.