A las nueve de la mañana siguiente, Valerie estaba sentada en la sala de entrevistas pensando en lo que Emberly le había dicho esa mañana.
"Solo ve y elige a alguien que sea fea; ya veremos qué va a hacer al respecto".
Valerie en serio deseaba poder hacer eso, pero ahora no tenía las agallas para ir en contra de Edwin. Por Dios, ni siquiera podría hacer eso sin sufrir. Si como su secretaria ejecutiva no pudo enojarlo nunca, mucho menos ahora. Es decir, ella era solo una vendedora. De todos modos, no quería ni imaginar qué haría si ella no hacía lo que él decía.
Todos sus antiguos colegas ya estaban en la sala de entrevistas, y aunque se sorprendieron al verla, la saludaron con entusiasmo. Bueno, todos menos Marisa, quien hizo como si no la viera.
Valerie culpó de la ira de esta al hecho de que no iba a convertirse en secretaria ejecutiva, pero simplemente se encogió de hombros. La verdad era que todavía la desconcertaba cómo las mujeres adulaban al malhumorado de Edwin.