En ese momento, en una oficina en el último piso...
Por encima de su computadora, Edwin observaba a Valerie entrevistar a las tres chicas. Extrañamente, no había ningún indicio de rabia o incomodidad en su rostro. Sin embargo, a medida que avanzaba la entrevista, él comenzó a sentirse bastante inquieto.
¿Acaso siempre lo había visto como un simple mujeriego que no se preocupaba por nada más que por sí mismo?
Él frunció el ceño con fuerza y apretó los labios en una fina línea.
De vuelta en la sala de entrevistas, Valerie sacudió la cabeza con decepción, mientras marcaba con una equis y descartaba decenas de currículos, uno tras otro. Hasta ese momento, ni una sola candidata buena había entrado por esa puerta. Ninguna estaba calificada para el puesto. Si no era por su apariencia, entonces eran sus escasas cualidades.