Antes de que Sheila pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, Winnie les había ordenado a las empleadas domésticas que la empujaran.
Mientras estas la sujetaban, Winnie se puso en cuclillas y la abofeteó. "¿Ya olvidaste tu promesa? Si mi amiga no me hubiera llamado desde el plató, no habría sabido que intentaste seducir en secreto a Gerald. No solo te quitaste los anteojos, sino que también llevabas un maquillaje coqueto. ¿No te dije que te destrozaría la cara si me desobedecías?".
Otra fuerte bofetada aterrizó en el rostro de Sheila, pero no había nada que ella pudiera decir para explicarse.
A fin de cuentas, sin importar nada, Winnie no le creería.
Siendo consciente de eso, ella apretó los dientes y los puños en silencio. Entonces el corazón se le rompió al pensar en la condición de Ivan.
Dadas las situaciones, ¿qué tal si...?
"Sí, intenté seducirlo. De hecho, le iba a decir que fui yo quien se acostó con él esa noche, no tú. Y también iba a decirle que no eres más que una cazafortunas". Dicho eso, luchó por ponerse de pie y le sonrió a Winnie como si estuviera lista para lo que fuese.
"¿Acaso quieres morir?", cuestionó Winnie y enseguida la agarró por el cuello, queriendo hacerla pedazos en ese mismo instante.
Independientemente de su cuerpo dolorido, Sheila la miró sin pestañear. "Mientras te asegures de que Ivan sea operado sin problemas, te prometo que nunca volveré a mostrarle mi rostro a Gerald".
"¡¿Cómo te atreves a amenazarme?!", cuestionó Winnie antes de estallar en una carcajada enloquecida. Soltando a Sheila, la miró con calma. "¿Qué te hace pensar que Gerald te creerá a ti y no a mí?", preguntó todavía sonriendo como una loca. Incluso su voz era escalofriantemente fría. "Si tu rostro es destruido, todo volverá a la normalidad".
Para horror de Sheila, esa loca agarró un pequeño cuchillo de una de las empleadas domésticas y comenzó a acercársele. Temblando de miedo, ahora Sheila retrocedió unos pasos.
¡Winnie estaba demente!
Justo cuando estaba a muy pocos centímetros de ella, Sheila cerró los ojos y levantó las manos a la defensiva.
"¡Detente!".
De la nada, Enoch corrió para proteger a Sheila, y su fría mirada recorrió a las personas presentes hasta que sus ojos se posaron en Winnie. "Sheila es tu hermana. ¿Qué demonios estás haciendo?".
"Papá, ella trató de seducir a Gerald aprovechándose de que se parece a mí. ¿No puedo darle una lección?", soltó Winnie en una queja.
Girándose hacia Sheila, Enoch le preguntó en voz baja: "¿Eso es cierto?".
Sheila negó con la cabeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. "Me lo encontré por casualidad...".
Cuando él vio el agravio en los ojos de la chica, el corazón se le ablandó, y secándole las lágrimas, le dijo suavemente: "Lo sé. No es tu culpa".
Después de una pausa, preguntó con suavidad: "¿Cómo está Ivan?".
"Mal. El médico dijo que necesita recibir la siguiente fase del tratamiento. Papá, ¿puedo...?", respondió Sheila, pero vaciló, preguntándose si podría pedirle algo de dinero al hombre que la adoptó y la acogió en su familia.
"Lo sé, y te ayudaré a buscar un donante de médula ósea", replicó él a modo de consuelo apenas captó su tono vacilante.
"¡Papá!", chilló Winnie, queriendo detenerlo.
Sin embargo, la expresión de Enoch se ensombreció, y lanzándole una mirada, le advirtió: "Cállate. Tú y yo hablaremos de esto más tarde. No me importa lo enojada que estés; no puedes hacerle esto a tu hermana".
"¡Ella es adoptada, por Dios! ¿De verdad la consideras tu hija?", escupió Winnie iracunda, y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y se fue enojada.
En cuanto se convirtiera en la esposa de Gerald, borraría a Sheila de la faz de la tierra.
Enoch la vio salir, y aunque parecía querer decir algo, luego se detuvo al pensarlo mejor. Con una expresión complicada, suspiró, se dio la vuelta y le hizo un gesto a Sheila para que se fuera también.
Gracias a la promesa de Enoch, ella sintió que se había quitado un peso de encima. Entonces le dio las gracias y luego se retiró a su habitación.
En ese momento, Sheila decidió mantenerse alejada de Gerald.
No obstante, solo unos días después, algo los conectaría firmemente a los dos de nuevo.