En estado de pánico, Sheila estuvo a punto de fingir estar enferma para poder irse de allí.
Y es que después de haber sido amenazada tanto por Miranda como por Winnie, quería evitar a Gerald a toda costa.
No obstante, antes de que se le ocurriera una excusa para irse, Saul le dijo que se preparara para ponerse el arnés, y le recordó que esa era una oportunidad excepcional, por lo que debía hacerlo bien.
Sheila pensó en Ivan en el hospital y en sus enormes facturas médicas, así que mordiéndose el labio, decidió seguir adelante con el trabajo. Tal vez las cosas irían bien esta vez...