"¡Rowley! ¡Espera, Rowley!", gritó Natalie.
Era necesario que él le diera una explicación.
¿Qué demonios estaba haciendo allí?
¿Por qué no había intentado buscarla?
A la entrada del bar, consiguió detenerlo. Un poco pasada de copas, se puso a explicar sobre lo sucedido de la noche anterior. "Flora y Alisha me tendieron una trampa. Ven conmigo. Vamos a explicárselo todo a tus padres para que podamos arreglar esto y casarnos".
Con la mirada fija en Natalie, Rowley dijo sin expresión: "Es demasiado tarde".
A Natalie se le heló la sangre. Preguntándose si había oído mal, inquirió pausadamente: "¿Qué quieres decir, Rowley? ¿Qué ocurre?".
Tenía la sensación de que algo malo había sucedido. Flora debía haber planeado algo más de antemano, puesto que se había atrevido a conspirar en su contra con total descaro.
De lo contrario, Rowley habría acudido a ella en cuanto se hubiera enterado de que Alisha era su novia.
Él echó un vistazo a su alrededor con cuidado, como si estuviera comprobando que nadie los observara. Luego atrajo a Natalie hacia un rincón aislado.
"Natalie, escúchame", la rodeó con los brazos, "Supe que te enviaron con la familia Braxton en lugar de Alisha. Llevo toda la noche preocupado por ti. ¿Estás bien?".
Los recuerdos de la noche anterior volvieron a inundar la mente de Natalie. "Rowley, me encuentro bien, pero...".
Se mordió el labio. Sabía que él descubriría su secreto tarde o temprano.
De hecho, estaba a punto de contárselo todo cuando él la interrumpió de repente. "No pasa nada. Lo siento. Después de tomar el control total de la familia O'Brien, me casaré contigo. Te lo prometo".
"¿Qué quieres decir?". Natalie se sentía aturdida y desconcertada a la vez.
"Natalie, ya era demasiado tarde cuando descubrí que la novia no eras tú", Rowley agachó la cabeza con remordimiento, "Y entonces Alisha prometió ayudarme a convertirme en el heredero de la familia O'Brien. No te preocupes. En cuanto se resuelvan mis problemas familiares, me divorciaré de Alisha y me casaré contigo".
En ese momento, Natalie sintió que el hombre que tenía delante era un completo desconocido.
No era ninguna tonta, así que no se creyó ni una palabra de lo que él había dicho.
Rowley era un vástago bastardo y, por lo tanto, no tenía derecho a competir por el puesto de heredero.
Al final, todo parecía indicar que Alisha lo había convencido de que podía ayudarlo a hacerse con el control de su familia.
Ignoraba por qué estaba tan seguro de que esa mujer podría ayudarlo, y tampoco quería pensar en ello. Al contemplar su rostro, sintió como si Rowley le hubiera clavado un cuchillo en el corazón.
"¿Es esta la razón por la que me abandonaste? ¿Para poder convertirte en heredero?".
"Natalie, no te abandoné. Simplemente, quiero ofrecerte lo mejor en el futuro. Te amo, pero no me eres de ayuda ahora. Alisha, por su parte, podría hacer algo por mí", al hablar, Rowley la tomó con fuerza por los hombros, "Dame un año... no, medio año. Entonces me casaré contigo".
Cada palabra atravesaba el corazón de Natalie. Este era el hombre al que había amado durante un año, pero ahora la desechaba por poder y riqueza.
"No, Rowley. Fui una estúpida al enamorarme de ti", contestó con frialdad Natalie, quitándose de encima las manos de Rowley.
Aunque ya se había preparado mentalmente para ese momento, seguía sintiéndose vacía por dentro al descubrir que el motivo de su abandono era que ella no pudiera asistirlo en su empeño.
"Natalie...". Rowley quiso consolarla, pero cuando vio que Alisha se acercaba, se distanció rápidamente de ella y cambió drásticamente de actitud. "Natalie, ¿por qué eres tan desvergonzada? ¿Cómo te atreves a seducir al marido de tu hermana?".
Al oír eso, Natalie se quedó de piedra. Entonces vio a Alisha y comprendió lo que estaba pasando.
Hizo una mueca y se rio amargamente de sí misma.
¡Qué ciega había sido!
"¡Rowley, ahí estás!". Alisha se acercó con la cabeza bien alta. Luego enlazó los brazos con Rowley con toda naturalidad, provocándola a propósito. "Natalie, también estás aquí. Apestas a alcohol. ¿Por qué bebes tanto?".
Natalie ni siquiera la miró. Sus ojos, llenos de decepción, se clavaron en Rowley.
Él no se atrevió a encararla, y desvió la mirada.
Natalie se mofó: "Rowley, espero que consigas lo que quieres".
Esta simple afirmación fue como una bofetada.
"Basta, Natalie. Deja de montar una escena", él disimulaba su vergüenza con rabia, "¡Me alegro de no haberme casado contigo, o me habría arrepentido! ¿Cómo podría casarme con una alcohólica? Por favor, recuerda que Alisha es mi mujer ahora. Aprende cuál es tu lugar".
Después de decir eso, se dio la vuelta y se marchó hecho una furia.
Natalie lo vio irse, con los ojos inundados en lágrimas.
Al ver la expresión de impotencia en su rostro, Alisha sonrió con complacencia. "¿Cómo te atreves a intentar robarme a mi hombre? No te lo mereces. Tú eras perfecta para ese minusválido, feo y agonizante hombre de la familia Braxton. Es una pena que no te casaras con él al final".
"Alisha Rivera", Natalie apretó los dientes, "¿Cómo puedes ser tan arrogante ante mí? Soy la hija legítima. Tu madre no es más que una cualquiera, y parece que tú has seguido sus pasos. ¡Ah! Y Rowley también es un bastardo. Tienes razón, no lo merezco. ¡Pero ustedes dos son el uno para el otro!".
En el pasado, aunque Natalie estuviera hirviendo de rabia, nunca habría dicho palabras tan duras.
Alisha se enfadó tanto que su cara se puso morada. "Natalie, ¿de qué diablos estás hablando? ¡Tu madre es la cualquiera! Papá se enamoró primero de mi madre, y fue la tuya quien se lo arrebató. Ambas son unas zorras, y tú no eres más que una puta que intentó robarme a mi hombre".
Como si sus insultos no hubieran sido suficientes, Alisha levantó la mano para golpearla.
A estas alturas, Natalie no tenía nada que perder. Ya había soportado la injusticia y el abuso de la familia Rivera durante más de una década. Y ahora, Flora y Alisha le habían tendido una trampa. Ya no podía contener su ira.
Se arremangó y apretó los dientes, dispuesta a contraatacar.
Sin que las dos chicas lo supieran, había un hombre estacionado en un vehículo cercano que había presenciado todo lo sucedido.
Mirando a Natalie, que estaba ganando la pelea, Jarvis sonrió.
Ella asestaba un golpe tras otro. Era buena luchando, y Alisha no era rival para ella.
Cuando por fin estuvo satisfecha, se levantó, dejando a Alisha tirada en el suelo. Se burló: "Dudo que seas su esposa para siempre. No te toma en serio. Veamos por cuánto tiempo puedes aferrarte al hombre que me robaste".
La cara de la otra chica estaba llena de moretones. Su cabello estaba revuelto, y su ropa desgarrada y embarrada.
Natalie, en cambio, estaba indemne y pulcra.
Con los ojos abiertos como platos, la desquiciada Alisha montó en cólera y gritó con furia: "¡Natalie, estás loca de remate! Te haré pagar por esto".
"Me gustaría verte intentarlo". Natalie se sacudió la imaginaria suciedad de la ropa y se alisó el cabello.
Su resentimiento hacia Alisha no había hecho más que crecer en los últimos años. Este asunto solamente había servido para profundizar su odio.
Y haberle dado una paliza era como un bálsamo para ella, aliviando algo de su malestar.
La confabulación entre Flora y Alisha no era lo más doloroso que había experimentado. Lo que sucedió la noche anterior fue terrible, sí, pero no la enfurecía tanto. Lo que más le dolía era haber descubierto la verdadera naturaleza de Rowley.
El hombre con el que había querido casarse era ahora su cuñado. La había abandonado por poder, exponiendo su verdadero yo.
A los ojos de Rowley, su amor, que ella tanto había apreciado, era desechable.
Borracha y mareada, Natalie se sentó en el suelo mientras esperaba un taxi.
Al cabo de un rato, un vehículo se detuvo junto a ella.
El alcohol no dejaba razonar. Pensó que era un taxi, así que se subió sin pensarlo y le dijo al conductor su destino.
Después, se tumbó en el asiento trasero y se desmayó.
Jarvis le echó un vistazo. Sus profundos ojos estaban llenos de afecto.
Por el camino, Natalie murmuró: "Para el auto. Voy a vomitar".
Jarvis encontró rápidamente un lugar donde parar, y se disponía a ayudarla a salir del vehículo. Sin embargo, de repente ella lo miró fijamente, con ojos llorosos, murmurando: "Los hombres son basura".
Él enmudeció.
Al ver que estaba borracha, quiso decir algo, pero ella vomitó de pronto en su ropa.
Su camisa quedó manchada al instante.
Jarvis, que era un maniático de la limpieza, puso cara larga.