Conteniendo la respiración, Natalie abrió el paquete. Dentro había un delicado brazalete con un colgante en forma de corazón e incrustación de zafiro.
"¡Dios mío! Es precioso. Debe de ser carísimo", exclamó Natalie con asombro.
"No te preocupes, no costó demasiado, solo unos cientos de dólares. El zafiro no es auténtico". Una vez más, Jarvis mentía como si nada.
Aunque Natalie provenía técnicamente de una familia acomodada, sabía muy poco de lujos. Se sentía lo suficientemente satisfecha con el hecho de no pasar hambre y haber terminado sus estudios. Aun así, su vida podría haber sido mejor si Flora y Alisha no le hubieran puesto las cosas tan difíciles.
Sin que Natalie lo supiera, el brazalete se llamaba Corazón de Ángel y valía ocho millones de dólares. Y aunque lo hubiera reconocido, no habría creído que fuera auténtico.
Después de todo, a sus ojos, Jarvis era un hombre corriente que no podía permitirse las cosas lujas.
Al oír que solo le costaba unos cientos de dólares, suspiró aliviada. Le preocupaba que hubiera sido excesivamente costoso.
No obstante, en el fondo, poco le importaba su valor comercial. Lo que contaba era la intención, y la bondad de Jarvis la conmovió.