Las dos chicas quedaron en un café.
En cuanto Natalie llegó, Brinley la tomó de la mano con preocupación. "Natalie, ¿adónde fuiste anoche? Te llamé, ¡pero no contestaste! Estaba muerta de angustia".
"Brinley, cuánto lo siento. Estaba demasiado borracha anoche", Natalie agachó la cabeza, arrepentida, "Tomé un taxi a casa. No te enfades conmigo, por favor. ¿Qué quieres beber? Invito yo".
No se atrevía a confesarle que se había ido con un hombre la noche anterior.
"Me alegro de que estés bien. Y no hace falta que me invites. Sé que has estado ahorrando", Brinley emitió un suspiro de alivio, "¿Adónde irás ahora? ¿Volverás a casa de tu padre?".
"No, esa ya no es mi casa", contestó Natalie con amargura. Se había mudado de la casa de su padre y había alquilado un pequeño departamento.
De no haber sido por la boda, nunca habría vuelto a casa de su padre.
Esa simple pregunta le recordó los horrores de los últimos días. Su madrastra conspiradora, la traición de Rowley... Sin embargo, sabía que la vida tenía que continuar.
Había solicitado medio mes de permiso, y este terminaría precisamente al día siguiente. Si quería sobrevivir en esta ciudad, tenía que volver a trabajar.
Al fin y al cabo, no era una mujer adinerada. Salvo su apellido, no tenía nada que ver con la familia Rivera.
Al día siguiente, regresó al trabajo.
En la empresa, nadie sabía que era hija de un hombre acaudalado ni que había estado a punto de casarse con Rowley.
Su comportamiento en la oficina era frío y distante. Nunca hablaba de su vida personal con sus compañeros.
Como resultado, todos pensaban que era una soltera común y corriente.
En la oficina, Natalie se centró rápidamente en su trabajo. Buscaba mantenerse ocupada para olvidarse de Rowley.
Después de haberse separado de Jarvis aquel día, hacía más de dos semanas que no lo veía. Únicamente se enviaban mensajes.
Era traductora, y trabajaba horas extras casi todos los días.
Cierto día, estuvo haciendo horas extras en la oficina hasta las once de la noche.
Era ya bastante tarde. De hecho, fue la última en salir de la empresa.
Se precipitó al exterior con la esperanza de tomar el último autobús, pero llegó tarde. Lo único que pudo hacer fue quedarse viendo con impotencia cómo se alejaba el vehículo.
"Supongo que tendré que llamar un taxi", refunfuñó. Un trayecto en taxi resultaba carísimo.
En ese momento, un auto familiar se detuvo lentamente delante de ella.
La ventanilla bajó y Jarvis asomó la cabeza sonriendo. "¡Sube, Natalie!".
Cuando vio de quién se trataba, cayó en trance.
Hacía dos semanas que no se veían. Jarvis nunca la había invitado a salir, ni ella a él. Además, estaba ocupada, así que los dos apenas intercambiaron algunos mensajes.
Prácticamente, había olvidado que tenía novio.
Al ver que ella no se movía, Jarvis salió del auto y trotó hacia el otro lado para abrirle la puerta, como un verdadero caballero. La miró cariñosamente y le preguntó: "¿Qué pasa? Hace tiempo que no nos vimos, así que te habrás olvidado de mí. Parece que esta noche tendré que esforzarme mucho para que te acuerdes de mí".
"¿Qué haces aquí?". Natalie volvió en sí.
"¡Hoy salí temprano del trabajo, así que vine a verte!", Jarvis sonrió alegremente, "Lo siento. He estado bastante ocupado estos días, así que te he descuidado un poco. ¿Estás enfadada?".
"No, no pasa nada. También he estado muy ocupada últimamente". Natalie no estaba enojada. Al contrario, se sentía avergonzada. Casi había olvidado que tenía novio.
"Todavía no has cenado, ¿verdad? Cenemos juntos". Después de que ambos subieran al auto, Jarvis comenzó a conducir. "A partir de ahora, te llevaré al trabajo y te recogeré al terminar la jornada. No es seguro que una chica salga sola a estas horas".
"No, es...".
Antes de que Natalie pudiera negarse, Jarvis la interrumpió diciendo: "Ahora eres mi novia. Es mi deber llevarte y traerte del trabajo".
Como eran más de las once, muchos restaurantes ya habían cerrado.
Jarvis acabó dirigiéndose a un restaurante de alta cocina, Chez Colette.
Natalie había ido una vez a este restaurante con Brinley. Ni siquiera los ricos ordinarios podían cenar en este restaurante. Únicamente podían ingresar los miembros de las más altas esferas de la sociedad.
Además, solo recibían cincuenta clientes al día.
Natalie enarcó las cejas, sorprendida. "¿Vamos a cenar aquí? Podemos ir a otro sitio. Aquí es muy caro. Solamente pueden entrar personas importantes, y los requerimientos son muy estrictos".
Ni siquiera la familia Rivera estaba cualificada.
Y si ellos no podían entrar, mucho menos la gente común.
"No te preocupes. La comida es muy buena". Jarvis descartó sus preocupaciones. A sus ojos, este restaurante no era nada especial.
Sin embargo, era demasiado tarde y estaba cerca de donde se encontraban. Le preocupaba que Natalie estuviera hambrienta, así que la llevó hasta ese lugar.
"Volvamos. No deberíamos gastar tanto dinero en una comida. De todas formas, no tengo tanta hambre", dijo ella obstinadamente, agarrando la mano de Jarvis.
En su opinión, él solo intentaba impresionarla. Tal vez no sabía cuánto costaba un plato de comida en un lugar como este.
"Ya estamos aquí. Además, Natalie, no tienes que ahorrar dinero por mí", Jarvis le apretó la mano reconfortantemente y sonrió, "Es normal que un novio invite a cenar a su novia".
"Pero aquí es demasiado costoso. Ni siquiera podremos entrar...".
Antes de que ella terminara de hablar, una voz familiar sonó a sus espaldas.
"¿Natalie? ¿También cenarás aquí? ¡Qué casualidad! Nosotros igual. Entremos juntos".
Sin necesidad de girarse, supo enseguida que se trataba de Alisha.
Entonces, miró por encima de su hombro y fulminó con un gesto de desprecio.
No contaba con que tuviera las agallas de volver a provocarla después de que la última vez la hubiera molido a golpes.
Alisha sujetaba el brazo de Rowley. "Natalie, no esperaba verte aquí. ¿Quién es este caballero?".
Alisha se fijó entonces en el hombre alto que estaba de pie junto a Natalie. Al ver su rostro, el corazón le dio un vuelco. Era guapísimo.
¿Cómo era posible que Natalie pudiera salir con un hombre tan apuesto?
Apretó los labios y preguntó: "Natalie, ¿es tu novio? ¿Desde cuándo están juntos? ¿Por qué no me has enterado?".
"Sí, es mi novio", admitió Natalie con franqueza. No era tonta, sabía lo que tramaba Alisha. Estaba claro que su hermanastra quería sembrar discordia entre ella y Rowley.
Sin embargo, hacía más de dos semanas que habían roto, así que no temía que él se enterase de su nueva relación.
Sujetando el brazo de Jarvis, añadió Natalie con frialdad: "No creí necesario informarte".
Al verlos actuar tan íntimamente, Rowley se puso verde de envidia. "Natalie, deja de ser tan infantil".
Desde su punto de vista, Natalie debía haber contratado a un actor para que se hiciera pasar por su novio y luego lo había localizado para irritarlo.
Después de todo, pocas personas conocían el aspecto de Jarvis.
Al ver que Rowley no le creía, Natalie se volvió hacia Jarvis y le susurró: "Agacha un poco la cabeza".
Sin saber cuáles eran sus intenciones, él se mostró dispuesto a cooperar. Obedientemente, bajó un poco la cabeza.
Natalie le rodeó el cuello con los brazos y lo besó.
Jarvis estaba algo sorprendido, pero lo disfrutó.
La cara de Rowley se puso lívida de inmediato. Alisha los observaba estupefacta. No se imaginaba que Natalie fuera tan atrevida.
Aunque tampoco había sido para tanto. Solo se trató de un pequeño y delicado beso en los labios.
Luego se separaron.
Satisfecha, Natalie se apoyó en el pecho de Jarvis y, con una sonrisa radiante, miró a Rowley. "Estamos enamorados".